Hasta la Cueva Santa |
Distancia aproximada: 4 Km.
Cartografía: Mapa Militar de España l:50.000
En el límite con Cáceres, se encuentra el pueblo jareño de Puerto de San Vicnte, la última población toledana a las puertas de tierras extremeñas. Junto al caserío se ubica el repetidor de TV, a la izquierda de la carretera CM 411, justo antes de que ésta descienda hacia el valle del río Guadarrnque. Desde el repetidor podemos iniciar una ruta plagada de vistas excepcionales por la sierra de Altamira.
Para ascender hasta las crestas, aconsejamos buscar, aunque resulte poco estético, una valla metálica que hace el límite de provincias para seguirla en dirección sureste.
La ausencia de una senda bien definida hace que el ascenso sea algo incómodo, pero pronto nos compensará las vistas panorámicas al coronal las crestas cuarcíticas desde las que se dominan vastas extensiones de Toledo y Cáceres, quedando a nuestros pies el pueblo y su entorno. Es fácil que nos sobrevuelen gran número de buitres leonados, habitantes de los innumerables cortados de la zona.
La ruta prosigue por lo alto de la sierra, y debido a la aspereza del terreno lo mejor es no abandonar la alambrada, asomándonos a disfrutar del paisaje en aquellos puntos que creamos convenientes. Impenetrables jarales y densos pinares de ladera dominan la vegetación del entorno, siendo muy probable que entre la mancha de vegetación nos sorprenda alguna familia de ciervos a los que hemos usurpado la tranquilidad. Entre el matorral pululan las currucas, pequeñas aves insectívoras habitantes de la espesa vegetación. Tras caminar unos 900 m. llegamos a una zona despejada, con madroños más o menos dispersos, por donde cruza un camino que sube del valle atravesando la alambrada. Pero nuestra ruta sigue por las crestas hasta descubrir un punto geodésico situado entre el extenso madroñal; si accedemos a él con precaución, por lo abrupto del terreno, volveremos a disfrutar de panorámicas excepcionales hacia cualquier dirección.
Por el norte la vista se pierde en los términos de Sevilleja, Campillo, La Nava…. Hasta toparse con el Sistema Central; hacia el sur: valles y serrezuelas magníficas entre las vegas de los ríos Guadarranque y Guadarranquejo. Más adelante, siguiendo paralelos a la valla metálica, llegamos a una línea eléctrica junto a un cortafuegos. Entre la espesa vegetación nos llama la atención la proliferación de durillos, un arbusto escaso pero que aquí crece en abundancia.
Desde la torreta eléctrica descendemos unos metros para seguir una pequeña senda que discurre dirección este bajo una pared cuarcítica. A unos treinta metros aparece junto a un zarzal la entrada a la Cueva Santa, un lugar misterioso.
Podemos internarnos con cuidado en ella y comprobar su aceptable extensión, antaño morada y refugio de pastores, bandidos y maquis, y posiblemente también de hombres prehistóricos. Sus paredes guardan con seguridad más de una leyenda perdida en el tiempo. De vuelta a la realidad, merece la pena disfrutar del entorno en este rincón perdido en las alturas de la sierra.
De nuevo en el cortafuegos, iniciamos ahora un pronunciado y pedregoso descenso junto a la línea eléctrica para regresar al pueblo en busca del camino de la Mina.
Este descenso discurre entre el matorral de durillos, amdroños y jaras, entre las que destacan además de la común, la especie conocida como "jara cervuna", localmente abundante aunque con distribución geográfica mucho mas escasa.
A 1,5 km. De descenso conectamos con el camino de la Mina o de la Via Verde, asfaltado y ya muy cerca de Puerto de San Vicente, final del panorámico recorrido por las abruptas cresterías de la sierra de Altamira.